Buenos días!
Antes incluso de que naciera mi primer hijo, empecé a pensar en cuál sería el mejor momento para tener un segundo. Evidentemente, hasta que no llega el primero, y ves en qué medida afecta a tu vida el cambio y cuánta energía te absorbe, no puedes tomar una decisión, pero pensar un poco en ello antes de tiempo es inevitable, e incluso diría que sano.
Mi primer hijo fue un bebé bastante fácil, lo que algunos llaman "bebé trampa". Dos años (menos dieciséis días) después, nació nuestro segundo hijo. Evidentemente, el hecho de haber sido capaces de manejarnos con Martín, nuestro hijo mayor, con cierta soltura, influyó que nos lanzásemos a darle un hermano o hermana relativamente pronto. Sin embargo, nuestro deseo real para elegirlo como lo elegimos fue la etapa que estamos empezando ahora, casi tres años después. Nuestros hijos, que además son dos niños, van literalmente de la mano en muchas cosas: más allá de los dos cursos escolares que les separan, son compañeros de juegos, risas, llantos, baños y obligaciones. Eso es lo que buscábamos cuando decidimos que sería bonito tener un segundo hijo pronto.
Esta fue nuestra elección, por la que apostamos y que nos salió bien (una cosa es lo que planeemos y otra la que la naturaleza o la medicina nos permita), pero no os la venderé nunca como única opción ni verdad universal.
La realidad es que siempre que me preguntan, en base a mi humilde experiencia, cuál es el mejor momento para tener un segundo hijo, respondo lo mismo: ninguno y todos.
Ninguno porque el mejor momento no existe: llegue cuando llegue, el nuevo hermano o hermana va a alterar el ritmo de los que ya estén en casa. Ya sea el momento de quitarse el pañal, el de entrar en el cole de mayores, el del paso a primaria o el año de su primera comunión, el bebé siempre va a poner patas arriba nuestro mundo y nos obligará a adaptar la familia a una nueva situación.
Todos porque, salvo contadas excepciones, tampoco creo que haya momentos malos de verdad para tener un hijo: es verdad que si estamos en paro el desembolso económico no nos viene bien, pero tenemos algo que los que trabajan no tienen, que es tiempo para disfrutar de la experiencia y energía suficiente.
Cada diferencia de edad entre nuestros hijos será bonita, única y especial: si se llevan poco, como los míos, irán de la mano en todo. Si se llevan más, el mayor cuidará del pequeño, tendrá más recuerdos y recordará también su vida de hijo único. El pequeño aprenderá mucho y crecerá más arropado.