Buenos días!
Vivimos en una sociedad en la que se tiende a sobreproteger al niño. Desde el exceso de higiene, que en ocasiones les provoca alergías, hasta el exceso de celo, por ejemplo, que hace que ya no veamos niños jugando en las calles de las grandes ciudades.
Es indiscutible que al niño hay que ampararlo, hacerlo sentir seguro y, por supuesto, protegerlo. Sin embargo, como ya os he dicho, mi percepción personal es que hay una protección social exagerada que, entre otras cosas, hace que algunos adultos me miren mal cuando no corro a levantar a mis hijos si se tropiezan, se caen de la bici o del correpasillos.
Para mí no deja de ser natural que, si no se han hecho daño, los niños se levanten solos, pero he comprobado que no todos piensan como yo. Han sido ya varias las veces que mis vecinas, mis amigos o personas que pasaban cerca, han ido a levantar a mis hijos cuando se han caído, al ver que yo no lo hacía.
Levantarse solos de una caída es una acción cotidiana, sencilla, que sin embargo está llena de simbolismo y es, al mismo tiempo, una declaración de intenciones.
Quiero que mis hijos se levanten, y que sean capaces de levantarse solos tanto de un traspiés tonto por la calle como de un suspenso, de la pérdida de un ser querido o de un despido laboral. Ojalá su padre y yo podamos estar a su lado cada vez que ocurra una de estas cosas pero, como sabemos que no será siempre así, tienen que saber levantarse sin ayuda, y aprender a ser autónomos y autosuficientes.
En mi examen de selectividad, saqué un 10 en inglés. La redacción que incluí en esta prueba en lengua extranjera era mi interpretación de un texto que leí una vez y que decía básicamente que todo lo que necesitas saber en esta vida lo aprendes en la guardería. Es totalmente cierto que la educación de los niños a esa edad (tanto la que recibes en casa como en la escuela infantil) sienta las bases de lo que serán tus valores, tus modales, tu relación con tu entorno y tus principios morales.
Cosas como respetar al compañero, trabajar en equipo, saber escuchar o tener paciencia, deben empezar a aprenderse lo antes posible.
Una noche, en la televisión, vi una entrevista a El Langui, que es un hombre que me genera una profunda admiración por su capacidad de superación, y, en ella, contaba que de pequeño se caía mucho debido a su discapacidad y que las vecinas recriminaban a su madre por no ayudarle a levantarse. Ella les respondía que tenía que aprender a hacerlo por sí mismo, que sus padres no iban a estar siempre ahí. Él contaba que, aunque a veces se enfadaba, con el tiempo aprendió a levantarse solo y a entender el valor del mensaje que su madre le transmitía con ese gesto.
Yo ya lo tenía claro de antes pero, después de ver esa entrevista, aún más. Si El Langui con su discapacidad se levantaba solo, y con el tiempo ha aprendido a ser autónomo, a no depender de sus padres y a luchar por conseguir sus sueños ¿cómo no lo van a hacer mis hijos?